miércoles, 25 de enero de 2012

El nacimiento de la clase obrera

Las clases obreras surgieron en Europa durante la primera mitad del S: XIX, sobretodo en Francia e Inglaterra y en menor medida en otros paises europeos.

Durante esta época la industrialización fue tomando cada vez mas peso y los trabajadores veían como sus vidas quedaban llenas de miseria al subsistir con muy poco dinero, ya que la mayoría tenía pequeños talleres o trabajaban en ellos .

En esta nueva industrialización lo que se buscaba era tener la máxima rentabilidad al menor coste, los trabajadores realizarían jornadas de 12 horas, contratarían a niños y a mujeres ya que sus salarios eran inferiores a los de los adultos, y trabajarían en una situación de mala higiene . Pensaron que se podría ascender de nivel social y se fueron organizando colectivamente, sin embargo era muy difícil ya que no disponían del capital suficiente. Así, los trabajadores europeos fueron formándose en sindicatos, cooperativas ... y comenzaron su resistencia.

Los métodos que utilizaban a favor de su resistencia eran los motines , publicación de periódicos y finalmente encontraron uno mucho mejor que todos estos métodos: la huelga, ya que de esta manera los empresarios de las fabricas perderían mas dinero del que ganaban al no tener trabajadores en sus puestos y los sindicatos podrían aumentarles el sueldo o mejorar sus condiciones de trabajo a cambio de su regreso a las fábricas y al abandono de la huelga.

Debido al crecimiento de la producción de manufacturas, en un momento dado se produjeron mas productos de los que se podían vender ya que la gente compraba menos de lo que se producía y dio lugar a una crisis y a un posterior empeoramiento de la economía.

Esto conllevó al despido de trabajadores, a la reducción de las horas laborables e incluso al cierre de fábricas.

Al mismo tiempo que surgían las organizaciones de los obreros, se iban extendiendo por Europa nuevas ideas o pensamientos en contra de la situación durante este auge industrial.

Algunos pensadores propusieron soluciones a la mala vida que llevaban los trabajadores, aunque seria muy difícil realizarlas, por lo que fue surgiendo una nueva corriente en la que reinarían la igualdad y la justicia.

Seria el Socialismo.

Otros pensadores creían que la forma de pensar de estos era irrealizable, que no se podía llegar a una sociedad justa, y por eso recibieron el nombre de socialistas utópicos.

Para la burguesía, el poder ascender socialmente , significaba tener dinero.

En 1874 se redacto la Liga de los Comunistas por Carlos Marx y Federico Engels, en Londres, que pretendía la defensa de los obreros.

En este manifiesto Marx exponía que la sociedad no era justa ya que el obrero deíia trabajar incansablemente por un salario. Así el obrero recibiría el dinero justo para poder sobrevivir pero no el total de las horas realizadas ya que la mitad se la quedaba el capitalista, así es como se iría haciendo cada vez mas rico y el trabajador mas pobre.



jueves, 19 de enero de 2012

ESPAÑOLES EN VIETNAM. UNA GUERRA A LAS ÓRDENES DE FRANCIA


Era ya por la tarde. Estaba en mi casa dando vueltas pensando en todo lo que tenía que hacer e intentando decidir por dónde empezar. De repente en un rincón de mi habitación vi unas cuantas revistas que llevaba almacenando durante mucho tiempo. Había revistas de moda, de literatura, de temas varios, de historia...
Españoles en Vietnam leí en la portada de una de las revistas.
Me quedé mirando la portada intentando recordar lo que había estudiado de historia en bachillerato. Sin embargo, no me sonaba de nada aquella información.
Decidí abrir la revista y comenzar a leer algo para mí hasta entonces desconocido. Tras leer el reportaje me quedé pensando. Me había sorprendido mucho lo que había leído y sobre todo, el hecho de no haber oído hablar con profundidad del tema nunca. Con el propósito de compartir algo nuevo para mí y tal vez también nuevo para más gente me puse a escribir esta entrada.


A principios de julio de 1857 llegaron noticias a Filipinas del asesinato del obispo dominico español fray José Díaz Sanjurjo, vicario apostólico en Tonkín, y de algunos religiosos franceses. El suceso formaba parte de una sangrienta persecución contra los católico del reino de Annam, el actual Vietnam. Las razones de la persecución eran básicamente políticas, y estaban relacionadas con la toma de partido de algunos misioneros a favor de un pretendiente al trono de Annam, lo cual provocó la reacción violenta del rey Tu Duc contra los predicadores extranjeros
La desventura de los misioneros desató inmediatamente la indignación oficial de Francia, en cuyo trono se asentaba el emperador Napoleón III.

Es entonces cuando París propone a España actuar con firmeza para exigir al rey de Annam que reparase el daño y cesara la persecución contra los cristianos. Sin embargo, eso no era más que la fachada de las verdaderas intenciones francesas.
La corte de madrid acogió favorablemente la idea de intervenir en una expedición conjunta de castigo bajo mando francés. España estaba en esos momentos gobernada por la Unión Liberal, un partido político creado por Leopoldo O' Donnell. Se trataba de un gobierno débil, sin iniciativa, cuya política exterior iba de la mano de Francia y los intereses de su ambición imperial.                                                                            Napoleón III

En el caso de la expedición a Indochina, la disparidad entre España y Francia respecto a los objetivos era absoluta. La segunda tenía poderosos motivos económicos y estratégicos, miestras que España pretendía simplemente lograr un cierto prestigio en el concierto europeo asumiendo la defensa de los religiosos establecidos en Annam y Tonkín, sin mayores ambiciones de expansión mercantil o territorial. Francia nunca reveló abiertamente a España sus verdaderas intenciones. 
Francia solicitó de España entre 1000 y 2000 soldados de infantería para llevar a cabo la operación indochina. En la península la expedición apenas suscitó curisiodad en la opinión pública y tampoco tuvo buena prensa.
Transcurrió un periodo de tiempo en el que varios hombres fueron ocupándose del cargo de capitán general. Tantos cambios impidieron que hubiese una autoridad clara en Filipinas, con capacidad para influir en el desarrollo de los acontecimientos en los que la expedición se vio envuelta. 
De la celeridad con que se reaccionó por parte española a la solicitud de alienza francesa da idea la Real Orden que se emitió el día de Navidad de 1857. El mandato expresaba " los deseos de S.M y del Emperador de los franceses de que España ayude con 1200 a 1400 hombres para llevar a cabo el castigo que reclaman los notables desórdenes y asesinatos" ocurridos en Tonkín. En total se reunieron unos 1900 efectivos franceses y 500 españoles. En cuanto al ejército annamita oscilaba en torno a los 18.000 hombres,sin embargo estaban equipados con material obsoleto y carecían de caballería.
El 31 de agosto de 1858 la flota del almirante Rigault de Genouilly entra en la bahía de Turán. Al día siguiente de su entrada da la señal de bombardeo. Los annamitas huyeron sin haber opuesto apenas resistencia. El destacamento desembarcado ocupó todo el borde de la bahía y se capturó un rico botín de guerra.
Con sus fuerzas atrincheradas en las inmediciones de la playa, el almirante francés no se decidía a avanzar sobre Hue, la capital. Los annamitas reaccionarion con ataques de hostigamiento y el contigente franco- español mantuvo la defensa atrincherada en su propio campo. Mientras el tiempo iba transcurriendo. 
Rigault Genoully
El clima y la dureza de los trabajos provocaron la pérdida de cuatro veces más soldados de los que hubiesen sacrificado en la toma de Hue.
Pese a las prisas iniciales, hasta que no se firmó en Tientsin un tratado de paz franco-británico con el emperador chino, el almirante Genouilly no se puso en marcha. 
Recibió de París nuevas órdenes y bajo estas premisas cambió de planes sin consultar al mando español. Decidió emprender la conquista de Saigón y la baja Cochinchina. La capital y el puerto cayeron tras la toma de la ciudadela, mal defendida . Se asaltó la ciudad y se consiguió un importante botín. Siguieron los robos y violaciones de tropa desmandada, causando un enorme escándalo y grandes daños entre los indígenas.

A los pocos meses, concretamente en octubre de 1859 el vicealmirante Page sustituye en la jefatura de las fuerzas conjuntas a Genouilly y ordena el regreso a Manila de las tropas españolas que seguían en Turán, quedando la guarnición reducida a 500 hombres (la mitad españoles). Durante seis meses, el ejército franco-español esperó en Saigón la llegada de refuerzos y defendió la ciudad de los intentos de los annemitas de recuperarla.         
                                                                                       Desembarco francés en Da Nang 

Page es sustituido por el vicealmirante Charner. A partir de ahí, los franceses reciben refuerzos importantes de la metrópoli ( 4000 hombres) y la conquista de Cochinchina se acelera. 
En agosto de 1861, Charner declara la provincia de Saigón dominio de Francia. Con la toma de Bien Hoa en 1862 los galos redondean la conquista de toda la Cochinchina, que el rey annemita entrega a Francia.
Por el tratado de paz que se firma al año siguiente, Annam quedaba reducida en la práctica a una colonia. 

Tu duc perdía Cochinchina y reconocía la libertad de culto a los cristianos en todo el reino de Annam.
Sin embargo,la paz no llega tras la firma del tratado. La humillación y el descontento se extendieron por Annam y provocaron una rebelión generalizada que a punto estuvo de ser desastrosa para los expedicionarios. Gracias a los refuerzos, pronto la superioridad de europea se hizo patente.
La falta de planes de largo alcance del gobierno español, acomplejado y sumiso ante París, anuló cualquier ventaja que pudiera haber correspondido por tomar parte de manera importante y activa en las operaciones bélicas en Indochina. El ejército español fue utilizado por un aliado que tenía mayor visión estratégica y un plan calculado, con un sentido de Estado muy superior al español y que siempre mantuvo el mando y la iniciativa en defensa de sus exclusivos intereses.

Tal como apunta el general y experto en historia militar Luis Alejandre Sintes,
"Francia obtuvo con la expedición un imperio en Indochina, mientras que España, sumida en enfrentamientos partidistas, silenció vergonzante el esfuerzo de los suyos"
Fuentes:

Artículo Revista Historia y Vida

miércoles, 18 de enero de 2012

Diario de la muerte de un poeta

1 de diciembre de 1936
Llega la orden de traslado a Madrid. Miguel Hernández parte de su Orihuela natal hacia la prisión de la plaza de Conde de Toreno.Comienza el calvario…
Sin que lo supiera, el procedimiento en marcha contra él avanza inexorablemente. Ganada la guerra por quienes la empezaron, el país entero está sujeto a un atroz proceso vengativo y hay motivos de sobra para que los vencedores no se muestren misericordiosos con el autor del Viento del pueblo.

 
18 de enero de 1940
Miguel Hernández y otros 17 compañeros de infortunio son condenados a muerte “como autor de un delito de adhesión a la rebelión militar”. ¿No eran los otros los rebeldes?
Varios amigos tratan de intervenir a favor de Miguel, sobre todo, una vez más, Cossío, quien a través de Eusebio Oliver Pascual, médico de cabecera durante la guerra logra llegar hasta el general José Enrique Varela, en ese momento ministro del Ejército, acompañado de los escritores falangistas Rafael Sánchez Mazas y José María Alfaro. La conversación se centró esencialmente en las nocivas repercusiones que podría alcanzar la ejecución de un poeta de la significación de Hernández, repitiéndose así un caso semejante al de Federico García Lorca.
Varela pudo entrevistarse con Franco y, según parece, el Caudillo, tras escucharle, dijo más o menos “otro García Lorca no”.

Junio de 1940
Intentando evitar un error parecido, se conmuta la pena de muerte de Miguel Hernández por la inferior en un grado, es decir, treinta años y un día.Miguel debe su vida a lo cometido en la persona de su admirado Federico. Había pasado siete meses con la posibilidad de que cada noche fuera la última. Sin embargo, al enterarse de que no le  van a fusilar empieza a respirar otra vez.
Al poco tiempo es trasladado de la cárcel de Conde de Toreno a la de Palencia donde ingresa con un achaque: dolores de cabeza, problemas intestinales…
 
28 de noviembre, 1940
Ingresa en el Reformatorio de Adultos de Ocaña. No se va a  escapar del reglamentario mes de incomunicación. Para Miguel la vida en el Reformatorio de Ocaña es un martirio. Recibe contantemente visitas que intentan convencerlo a entonar el mea culpa, firmar formalmente su arrepentimiento y así conseguir el indulto. Hernández se niega de manera tajante.
En Orihuela está haciendo presiones en el mismo sentido el canónigo Luis Almarcha, antes protector de Miguel y ahora furibundo enemigo de los “rojos”. Otra vez Hernández se rebela tercamente.
Ante tanto acoso y también porque sentía la necesidad de estar cerca de Josefina, su mujer y su hijo , el poeta insta a Germán Vergara Donoso y a Carlos Rodríguez Spiteri para que se empiece a gestionar su traslado al Reformatorio de Adultos de Alicante. Sin embargo, hay otra razón: su estado de salud empeora cada vez más. 
 
 
29 de junio de 1941. 
El traslado se consigue y Miguel llega a Alicante. El reencuentro con Josefina y el niño es gozoso, sin embargo Miguel tiene el disgusto, por otro lado, de que sigan las presiones para que cambie de actitud y atienda a su  regeneración y así consiga su liberación. El ocupante de una celda contigua contaría años después lo que dijo entonces el poeta:
“Tengo una vida, que puse al servicio  de mi ideal, y si tuviera doscientas vidas, lo mismo las hubiera dado y las volvería a dar ahora” Miguel Hernández.

Finales de noviembre. 
Cae gravemente enfermo. La tuberculosis ha empezado a trabajar en serio. La desesperación ya empieza a filtrarse en sus cartas y no dispone de las medicinas adecuadas. El jefe médico del reformatorio se inquieta y le manda un examen radioscópico. Detectan una grave lesión en el pulmón izquierdo y una abundancia de pus que puede ahogarle.
Miguel Hernández sabe que su única esperanza de salvación reside en que le internen en el sanatorio de Porta- Coeli de Valencia, especializado en tuberculosis. Pero el sanatorio se reserva para pacientes procedentes del bando victorioso, no para poetas comunistas enemigos de la España de Franco. Sólo una persona podía conseguir el milagro: Luis Almarcha.
Luis Almarcha fue a visitarle para intentar conseguir su arrepentimiento. Hernández rechazó las pretensiones del íntimo y poderoso colaborador de Franco y futuro obispo de León. Tras su negativa, disgustado, Luis Almarcha decide no intervenir. Podía, pero no quiso.

21 de marzo de 1942. 
Al ver que Miguel Hernández se había casado por la Iglesia con Josefina, Almarcha decide por fin intervenir. Llega una orden de trasladar al enfermo al sanatorio de Porta-Coeli en Valencia, pero ya era demasiado tarde y los médicos deciden que no vale la pena mover al poeta. Josefina, acompañada de Elvira, la hermana de Miguel, le hace la que será su última visita. El poeta llora amargamente por no poder ver a su hijo. Su hermana y su mujer consuelan al moribundo que tiene cubierto todo el cuerpo de pus. 

Sábado 28 de marzo de 1942. 5:30 horas de la mañana. 
Fallece Miguel Hernández de 31 años. Tiene los ojos abiertos y nadie se los logrará cerrar.  El preso José María Torregosa, burla la vigilancia y logra ejecutar dos dibujos a lápiz del cadáver, los ojos abiertos de par en par. Los amigos del poeta ponen a salvo sus escritos, conservados en dos bolsas.
Amortajado por sus amigos, se expone al poeta en el patio, mientras los presos desfilan delante de él.A la puerta Josefina y unos familiares esperan para hacerse cargo del ataúd y llevarlo al cementerio de Nuestra Señora de los Remedios. 
 
 
Juan Ramón Jímenez:   
"De los poetas españoles muertos durante la guerra, los más señalados fueron Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Federico García Lorca y Miguel Hernández. De ellos el que peleó en los frentes y no quiso salir de su cárcel, donde se extinguía tísico y cantando sus amores, mientras otros compañeros siguieron detenidos, fue Miguel Hernández el héroe de la guerra. Decir esto que yo digo es justo y exacto”



Con la muerte de Miguel Hernández el nuevo régimen mostró una vez más su verdadero rostro.