Carlos III es un borbón hijo de Felipe V y que sucede a su hermano Fernando VI en el trono español. Es el claro ejemplo de la doctrina del despotismo ilustrado y es conocido como el “gran rey Carlos III” o el “mejor alcalde de Madrid”. Su trato con Madrid es complejo, desde los motines de 1766 se marcha a los alrededores y huye de la capital. Su buena imagen se beneficia gracias a la comparación con otros borbones y a su muerte, que fue un año antes del estallido de la Revolución Francesa en 1789.
Su ideario se basa en el absolutismo regio, que en la práctica era el “gobierno de los ministros”. Consistía en pasar de un gobierno personal a un Estado impersonal con órganos propios, es decir, radicaría en el tránsito de un Rey absoluto a un Estado absoluto, en el que el rey tan solo sería una instancia suprema y una garantía de continuidad. Por ello los ministros de Carlos III toman una gran importancia siendo referidos como “los partidos”.
Conforme a su reinado, está marcado por la crisis final del Antiguo Régimen y se divide en varias etapas. La más significativa es la de las “reformas precipitadas” que finaliza en 1766 con los motines contra Esquilache y la llegada del conde Aranda. Algunos otros personajes significativos de su reinado son Jerónimo Grimaldi, que fracaso en su intento por desembarcar en Argel, y el conde de Floridablanca, que fue el impulsor de la Junta de Estado. Ésta tiene origen en el Consejo de Ministros de España y se crea en 1787. Es un organismo de coordinación, está formado por Secretarios de Despacho, y es dirigido por un Secretario de Estado, que era Floridablanca, y que cumplía una similar función a la de presidente del gobierno. Además, cobró una gran importancia en la Administración y en la historia del pensamiento político, restando así poder al rey.
Carlos III obtuvo una buena fama como reformador en Europa, en parte, gracias a la enseñanza que le aportó Bernardo Tannucci en Nápoles. Sin embargo, su recibimiento en Aragón y Cataluña antes de dirigirse a Madrid tan sólo fue un protocolario saludo al rey. Además, no reformó los Decretos de Nueva Planta y fue él quien tomó medidas contra el catalán en las escuelas.
Leopoldo de Gregorio (Esquilache) fue nombrado secretario de Hacienda y Guerra y provenía de Nápoles. Junto a éste formaban equipo Julián de Arriaga (secretario de Marina e Indias) y Ricardo Wall (secretario de Estado), aunque fue sustituido por Grimaldi. Las reformas que se propusieron consistieron en el proyecto ensanadista de reforma fiscal, la creación de una Junta del Catastro y un Montepío Militar, la mejora de la política de infraestructuras urbanas, la corrección de costumbres y vestimentas y la reorganización de temas militares.
Por otro lado, dispusieron una política agraria que culminó con el decreto que abolía la tasa del trigo y permitía su libre circulación. En 1761, se veían en la necesidad de liberalizar los precios y buscar mercados, por lo que se envía una Memoria, escrita por Winckel, a la Junta General de Comercio. Dicho documento pasó de la Junta General a Esquilache y éste la transfirió al Consejo de Castilla. Pero la Memoria había sido escrita 4 años atrás y se debía a las malas cosechas de los primeros años sesenta, a la subida del trigo y a la aparición del hambre.
El 23 de Marzo de 1766 comienzan los motines de primavera y se produce un enfrentamiento contra los guardias walonas debido a que los sastres habían de hacer cumplir las nuevas normas de vestimenta: el sombrero de tres picos y la capa recortada. El conflicto se convirtió en una revuelta multitudinaria y se apedreó el palacio de Esquilache. Días más tarde se atacan también los palacios de los colaboradores del rey, al gobernador y al corregidor, hasta que llegan al Palacio Real exigiendo al Rey que destituya a Esquilache, baje el precio del pan y suprima la norma sobre la vestimenta. Y Carlos III no tuvo más remedio que ceder a las imposiciones del pueblo.
Las consecuencias de estos motines fueron muchas y variadas. Lo primero que hizo Carlos III fue reconducir la política, así que hizo llamar al conde de Aranda que se ocupó de la Presidencia del Consejo de Castilla. Dicho hombre se rodeará de los mejores ilustrados como Campomanes, Jovellanos o Floridablanca.
Las primeras reformas que hizo este grupo se centraron en los cargos municipales como los diputados, que podrían acudir a juntas de propios y arbitrio, y los síndicos personeros, que tenían el derecho a reclamar lo que les pareciese injusto y debían defender al pueblo. En 1768 el rey aprueba una Real Cédula para dividir a la población en ocho cuarteles que contarían con un Alcalde de Casa y Corte y ocho Alcaldes de Barrio que tenían que vigilar que no se cometiera ninguna infracción.
Otras de las reformas se centraron en reorganizar los Ejércitos y la Marina reales, dando nueva forma al reclutamiento, aunque no funcionó; y en renovar la enseñanza en la Universidad, encargando un nuevo plan de estudios a Gregorio Mayans y Manuel de Roda, pero que tampoco terminó de cuajar ya que se dieron dos perfiles diferentes de estudiantes, los manteístas y los colegiales.
Otra de las consecuencias importantes de estos motines fue la expulsión de los jesuitas en abril de 1767 tanto de España como de América. Carlos III discrepaba de esa Compañía por lo que mandó investigar a políticos del círculo de Campomanes. Eran “acusados” de tener ideas contrarias al catolicismo, de soberbia intelectual, de poseer grandes riquezas e incluso de haber provocado los motines de primavera.
Cambiando de tema, Las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País surgen en 1765 y son asociaciones no estatales apoyadas por la Monarquía que tienen como objetivo la búsqueda del desarrollo económico. Fueron impulsadas por los llamados “caballeritos de Azcoitia”, que eran vascos privilegiados, y la primera asociación que se creó fue la Bascongada. Estas sociedades eran dirigidas por miembros locales del clero y la nobleza, y la intervención de la burguesía fue muy escasa ya que este grupo ya tenía sus propias juntas de Comercio o consulados que lo representaban. Sus principales preocupaciones eran la educación, la agricultura y el progreso industrial y económico.
En relación a otras reformas, la Mesta no fue abolida, tan sólo se le suprimieron algunos privilegios; se prosiguió con el levantamiento de carreteras que se comunicaban en Madrid y no tanto en puntos de mercado y producción; y se suprimió el monopolio de Sevilla y Cádiz, terminado así las reformas comenzadas por Felipe V y Fernando VI, como sucede a lo largo de su reinado. El comercio con las colonias de América se liberalizó permitiendo a las islas de Barlovento en 1765 y a los puertos americanos (excepto Venezuela y México) en 1778 el libre comercio con los puertos de España como Barcelona o Málaga.
Por un lado, los gremios eran considerados por los ilustrados obstáculos para la producción y el progreso. No fueron eliminados pero sí minaron algunos de sus privilegios con leyes como la enseñanza de los oficios, la libertad de imitar tejidos extranjeros o el hacer compatibles algunos trabajos con los hidalgos, renunciando así a la exclusividad de los maestros de los gremios.
Asimismo se crea el Banco de San Carlos, el primer banco nacional español, que respetaba el proyecto de Francisco Cabarrús. Éste hombre fue quien prestó varios millones de reales a la Hacienda Real durante la guerra de España contra Gran Bretaña, por lo que el banco tenía un especial cometido, el de devolver en forma de “vales reales” ese dinero al susodicho. En cambio, el banco no logró sus objetivos y no pudo convertirse en el banco central de España hasta el siglo XIX.
Aparte, también aparecen las nuevas poblaciones de Andalucía. Beneficiándose del fondo de los jesuitas, se comienza a originar una serie de pueblos para combatir al latifundismo, y así crear una sociedad modelo. El proyecto fue encargado a Pablo de Olavide, que se ocupó de organizar todos los territorios para un buen funcionamiento de esta medida. Parecía que había tenido éxito pero algunas malas opiniones referentes a su figura hicieron que le rey ordenara su detención y la Inquisición lo condenó a 8 años de cárcel.
Por otro lado, la política internacional de Carlos III se basa en la firma del Tercer Pacto de Familia, la participación de España en la Guerra de los Siete Años, en la independencia de las Trece Colonias de Estados Unidos, y en sus relaciones con Portugal y los países musulmanes.
Los pactos de familia surgen a raíz de que España y Francia ven como enemigo común a Gran Bretaña ya que cada vez poseía más flota comercial y tenía un mejor control naval. En cambio, el trato entre españoles y franceses no era bueno, y Francia firmaba las paces con los enemigos dejando a un lado las necesidades de España a pesar de su alianza. Pero Carlos III, decide firmar un Tercer Pacto aun así en 1761 debido al problema con Inglaterra en Honduras.
Este Pacto precipita la participación de España en la Guerra de los Siete Años. Al principio se lograron algunas victorias pero pronto Francia perdió Canadá, y España, Cuba y Filipinas. Con la Paz de París, Inglaterra les devuelve dichos territorios a España aunque éstos han de ceder la Florida. Además, Francia les cede Luisiana. Años más tarde, Francia quebrantó la alianza al no quererse ver involucrada en el ataque que había recibido España en las islas Malvinas por parte de Inglaterra y su amenaza de guerra.
Pero España también participó en la Guerra de Independencia de Estados Unidos combatiendo contra los ingleses en los territorios españoles de América del Norte. Su colaboración fue clave para el triunfo de los independentistas, que resultó tras la Paz de Versalles en 1783.
Por otro lado, las relaciones con Francia mejoran tras la desaparición del ministro Pombal y el fallecimiento de José I, marido de su hermana María Victoria de Borbón. De esta manera, se resuelve el problema de Sacramento y se dispone una nueva política de matrimonios hispano-portuguesa. Además, Carlos III también mantuvo relaciones diplomáticas con el sultán de Marruecos y el de Turquía. Tanto en 1767 y 1780 se firman tratados para que España pueda circular por las aguas de Marruecos debido a su actividad como potencia pesquera. Además, también se producían intercambios comerciales entre ambas orillas del estrecho. Y en 1782 se firma otro tratado para que España ayude a Turquía a liberarse del ataque de la Rusia de Catalina II.
Para finalizar y haciendo un balance de su reinado, puede decirse que Carlos III fue un reformador bastante prudente ya que no quería aligerar procesos. Cuando su mandato finalizó, todavía había instituciones que seguían en pie pero que estaban al borde de extinguirse. Su obra de gobierno fue muy limitada, aunque fue más beneficiosa para el pueblo debido a que Carlos III no anteponía los intereses dinásticos a los de la nación, y por ello se le recordará como “rey de todos los españoles”.
FUENTE:
Historia de España en la Edad Moderna, IMIZCOZ FLORISTÁN, ALFREDO (coord.)
Editorial Ariel, Barcelona
CAPÍTULO 23: Carlos III (1759-1788), por CEPEDA GÓMEZ, JOSÉ.
Su ideario se basa en el absolutismo regio, que en la práctica era el “gobierno de los ministros”. Consistía en pasar de un gobierno personal a un Estado impersonal con órganos propios, es decir, radicaría en el tránsito de un Rey absoluto a un Estado absoluto, en el que el rey tan solo sería una instancia suprema y una garantía de continuidad. Por ello los ministros de Carlos III toman una gran importancia siendo referidos como “los partidos”.
Conforme a su reinado, está marcado por la crisis final del Antiguo Régimen y se divide en varias etapas. La más significativa es la de las “reformas precipitadas” que finaliza en 1766 con los motines contra Esquilache y la llegada del conde Aranda. Algunos otros personajes significativos de su reinado son Jerónimo Grimaldi, que fracaso en su intento por desembarcar en Argel, y el conde de Floridablanca, que fue el impulsor de la Junta de Estado. Ésta tiene origen en el Consejo de Ministros de España y se crea en 1787. Es un organismo de coordinación, está formado por Secretarios de Despacho, y es dirigido por un Secretario de Estado, que era Floridablanca, y que cumplía una similar función a la de presidente del gobierno. Además, cobró una gran importancia en la Administración y en la historia del pensamiento político, restando así poder al rey.
Carlos III obtuvo una buena fama como reformador en Europa, en parte, gracias a la enseñanza que le aportó Bernardo Tannucci en Nápoles. Sin embargo, su recibimiento en Aragón y Cataluña antes de dirigirse a Madrid tan sólo fue un protocolario saludo al rey. Además, no reformó los Decretos de Nueva Planta y fue él quien tomó medidas contra el catalán en las escuelas.
Leopoldo de Gregorio (Esquilache) fue nombrado secretario de Hacienda y Guerra y provenía de Nápoles. Junto a éste formaban equipo Julián de Arriaga (secretario de Marina e Indias) y Ricardo Wall (secretario de Estado), aunque fue sustituido por Grimaldi. Las reformas que se propusieron consistieron en el proyecto ensanadista de reforma fiscal, la creación de una Junta del Catastro y un Montepío Militar, la mejora de la política de infraestructuras urbanas, la corrección de costumbres y vestimentas y la reorganización de temas militares.
Por otro lado, dispusieron una política agraria que culminó con el decreto que abolía la tasa del trigo y permitía su libre circulación. En 1761, se veían en la necesidad de liberalizar los precios y buscar mercados, por lo que se envía una Memoria, escrita por Winckel, a la Junta General de Comercio. Dicho documento pasó de la Junta General a Esquilache y éste la transfirió al Consejo de Castilla. Pero la Memoria había sido escrita 4 años atrás y se debía a las malas cosechas de los primeros años sesenta, a la subida del trigo y a la aparición del hambre.
El 23 de Marzo de 1766 comienzan los motines de primavera y se produce un enfrentamiento contra los guardias walonas debido a que los sastres habían de hacer cumplir las nuevas normas de vestimenta: el sombrero de tres picos y la capa recortada. El conflicto se convirtió en una revuelta multitudinaria y se apedreó el palacio de Esquilache. Días más tarde se atacan también los palacios de los colaboradores del rey, al gobernador y al corregidor, hasta que llegan al Palacio Real exigiendo al Rey que destituya a Esquilache, baje el precio del pan y suprima la norma sobre la vestimenta. Y Carlos III no tuvo más remedio que ceder a las imposiciones del pueblo.
Las consecuencias de estos motines fueron muchas y variadas. Lo primero que hizo Carlos III fue reconducir la política, así que hizo llamar al conde de Aranda que se ocupó de la Presidencia del Consejo de Castilla. Dicho hombre se rodeará de los mejores ilustrados como Campomanes, Jovellanos o Floridablanca.
Las primeras reformas que hizo este grupo se centraron en los cargos municipales como los diputados, que podrían acudir a juntas de propios y arbitrio, y los síndicos personeros, que tenían el derecho a reclamar lo que les pareciese injusto y debían defender al pueblo. En 1768 el rey aprueba una Real Cédula para dividir a la población en ocho cuarteles que contarían con un Alcalde de Casa y Corte y ocho Alcaldes de Barrio que tenían que vigilar que no se cometiera ninguna infracción.
Otras de las reformas se centraron en reorganizar los Ejércitos y la Marina reales, dando nueva forma al reclutamiento, aunque no funcionó; y en renovar la enseñanza en la Universidad, encargando un nuevo plan de estudios a Gregorio Mayans y Manuel de Roda, pero que tampoco terminó de cuajar ya que se dieron dos perfiles diferentes de estudiantes, los manteístas y los colegiales.
Otra de las consecuencias importantes de estos motines fue la expulsión de los jesuitas en abril de 1767 tanto de España como de América. Carlos III discrepaba de esa Compañía por lo que mandó investigar a políticos del círculo de Campomanes. Eran “acusados” de tener ideas contrarias al catolicismo, de soberbia intelectual, de poseer grandes riquezas e incluso de haber provocado los motines de primavera.
Cambiando de tema, Las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País surgen en 1765 y son asociaciones no estatales apoyadas por la Monarquía que tienen como objetivo la búsqueda del desarrollo económico. Fueron impulsadas por los llamados “caballeritos de Azcoitia”, que eran vascos privilegiados, y la primera asociación que se creó fue la Bascongada. Estas sociedades eran dirigidas por miembros locales del clero y la nobleza, y la intervención de la burguesía fue muy escasa ya que este grupo ya tenía sus propias juntas de Comercio o consulados que lo representaban. Sus principales preocupaciones eran la educación, la agricultura y el progreso industrial y económico.
En relación a otras reformas, la Mesta no fue abolida, tan sólo se le suprimieron algunos privilegios; se prosiguió con el levantamiento de carreteras que se comunicaban en Madrid y no tanto en puntos de mercado y producción; y se suprimió el monopolio de Sevilla y Cádiz, terminado así las reformas comenzadas por Felipe V y Fernando VI, como sucede a lo largo de su reinado. El comercio con las colonias de América se liberalizó permitiendo a las islas de Barlovento en 1765 y a los puertos americanos (excepto Venezuela y México) en 1778 el libre comercio con los puertos de España como Barcelona o Málaga.
Por un lado, los gremios eran considerados por los ilustrados obstáculos para la producción y el progreso. No fueron eliminados pero sí minaron algunos de sus privilegios con leyes como la enseñanza de los oficios, la libertad de imitar tejidos extranjeros o el hacer compatibles algunos trabajos con los hidalgos, renunciando así a la exclusividad de los maestros de los gremios.
Asimismo se crea el Banco de San Carlos, el primer banco nacional español, que respetaba el proyecto de Francisco Cabarrús. Éste hombre fue quien prestó varios millones de reales a la Hacienda Real durante la guerra de España contra Gran Bretaña, por lo que el banco tenía un especial cometido, el de devolver en forma de “vales reales” ese dinero al susodicho. En cambio, el banco no logró sus objetivos y no pudo convertirse en el banco central de España hasta el siglo XIX.
Aparte, también aparecen las nuevas poblaciones de Andalucía. Beneficiándose del fondo de los jesuitas, se comienza a originar una serie de pueblos para combatir al latifundismo, y así crear una sociedad modelo. El proyecto fue encargado a Pablo de Olavide, que se ocupó de organizar todos los territorios para un buen funcionamiento de esta medida. Parecía que había tenido éxito pero algunas malas opiniones referentes a su figura hicieron que le rey ordenara su detención y la Inquisición lo condenó a 8 años de cárcel.
Por otro lado, la política internacional de Carlos III se basa en la firma del Tercer Pacto de Familia, la participación de España en la Guerra de los Siete Años, en la independencia de las Trece Colonias de Estados Unidos, y en sus relaciones con Portugal y los países musulmanes.
Los pactos de familia surgen a raíz de que España y Francia ven como enemigo común a Gran Bretaña ya que cada vez poseía más flota comercial y tenía un mejor control naval. En cambio, el trato entre españoles y franceses no era bueno, y Francia firmaba las paces con los enemigos dejando a un lado las necesidades de España a pesar de su alianza. Pero Carlos III, decide firmar un Tercer Pacto aun así en 1761 debido al problema con Inglaterra en Honduras.
Este Pacto precipita la participación de España en la Guerra de los Siete Años. Al principio se lograron algunas victorias pero pronto Francia perdió Canadá, y España, Cuba y Filipinas. Con la Paz de París, Inglaterra les devuelve dichos territorios a España aunque éstos han de ceder la Florida. Además, Francia les cede Luisiana. Años más tarde, Francia quebrantó la alianza al no quererse ver involucrada en el ataque que había recibido España en las islas Malvinas por parte de Inglaterra y su amenaza de guerra.
Pero España también participó en la Guerra de Independencia de Estados Unidos combatiendo contra los ingleses en los territorios españoles de América del Norte. Su colaboración fue clave para el triunfo de los independentistas, que resultó tras la Paz de Versalles en 1783.
Por otro lado, las relaciones con Francia mejoran tras la desaparición del ministro Pombal y el fallecimiento de José I, marido de su hermana María Victoria de Borbón. De esta manera, se resuelve el problema de Sacramento y se dispone una nueva política de matrimonios hispano-portuguesa. Además, Carlos III también mantuvo relaciones diplomáticas con el sultán de Marruecos y el de Turquía. Tanto en 1767 y 1780 se firman tratados para que España pueda circular por las aguas de Marruecos debido a su actividad como potencia pesquera. Además, también se producían intercambios comerciales entre ambas orillas del estrecho. Y en 1782 se firma otro tratado para que España ayude a Turquía a liberarse del ataque de la Rusia de Catalina II.
Para finalizar y haciendo un balance de su reinado, puede decirse que Carlos III fue un reformador bastante prudente ya que no quería aligerar procesos. Cuando su mandato finalizó, todavía había instituciones que seguían en pie pero que estaban al borde de extinguirse. Su obra de gobierno fue muy limitada, aunque fue más beneficiosa para el pueblo debido a que Carlos III no anteponía los intereses dinásticos a los de la nación, y por ello se le recordará como “rey de todos los españoles”.
FUENTE:
Historia de España en la Edad Moderna, IMIZCOZ FLORISTÁN, ALFREDO (coord.)
Editorial Ariel, Barcelona
CAPÍTULO 23: Carlos III (1759-1788), por CEPEDA GÓMEZ, JOSÉ.