Para evitar a este segundo enemigo, los submarinos, se decidió pintar los barcos de un modo extraño. Ya que no podían ocultarse a la vista, al menos de buscó hacer el objetivo menos sencillo de abatir.
Se pintaban los barcos con unos patrones tan extravagantes que conseguían crear una ilusión óptica que evitaba al enemigo determinar con exactitud cual era el curso de la nave. En 1917 estaba planeado pintar toda la flota mercante y parte de la flota de guerra.
Los diseños fueron creados por la Royal Academy de Londres, bajo la supervisión de Norman Wilkinson, creador de la idea. Los dibujos, además de bloques y líneas de colores, incluían en ocasiones puentes y anclas. Un ejemplo más de cómo una idea en principio sencilla sirve para un gran propósito: pintar un barco de tal modo que la visión del mismo distorsione la realidad y confunda al enemigo al moverse, evitando que este calculara la velocidad y el rumbo del barco camuflado. Eso mismo es lo que consiguen las cebras con sus rayas blancas y negras cuando huyen de un depredador.
Esta entrada recuerda en demasía a otras páginas de internet (http://curistoria.blogspot.com/)
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